NO VENIMOS PA ESTAMOS

Publicado en Catárida, setiembre 2013 Hoy mi cocina está de luto, no cocino Se me ha caído el título de mi sección, me ha dejado el autor de la frase, como sabéis, los que me seguís desde hace décadas, quién me transmitió el dicho ha sido Paco “El Sastre”, de Sopeña. Siempre he dicho lo gratificante que ha sido para mí haber pasado por el Valle de Cabuérniga, me ha enriquecido interiormente, al contrario que la mayoría, me gusta contar mis vivencias, para así ensalzar a quienes no han escrito ni un ápice de sus interesantísimas experiencias. Mucho tiempo ha pasado desde que llegué a Cabuérniga el año del golpe de estado de Tejero, allá por el año 1981, mucha gente del valle han dejado una importantísima huella en mi. Como diría Gerald Brenan, en su libro Al Sur de Granada, las gentes del lugar, calaron hondo en mi corazón. Aunque algunas han decidido quedarse fuera de estos sentimientos, como los dueños de la Fonda-bar-restaurante Lucky de Valle, otras han conseguido ser para mi más que unos hermanos, algunos de los cuales me han dejado huérfano, se me han ido sin decirme ni pio, les odio por esto, aunque me flagelo por no haber estado a la altura y haber podido estar cerca de ellos mientras hubiese podido.
Como he dicho alguna vez, las primeras personas que he conocido al llegar a Valle, fueron Nacho y Chevís, seguido llegó Juanín, la persona más genial y con más historias que he conocido, después Nando, mi añorado amigo Fernando Salceda y así se fue abriendo el abanico de amistades, hasta llegar a tal punto que en el Valle me siento como en casa. Gente que ha dejado en mi mucho poso, he tendido clientes vulgares (ponme esto, pago y hasta luego) aunque no por eso no eran importantes. Tenía clientes individuales, clientes en grupos, la mayoría, uno de esos grupos eran Jaime, Enriquito, Amén (Ramonín) y (Paco) el Sastre. No había fiesta o celebración que no estuviera el grupo al completo, el año no era alterado por nada, bueno, solo por la llegada de Ramonín (Amén), era el único del grupo que no vivía en Cabuérniga, estaba trabajando en la marina mercante y cada temporada terminada, recalaba en valle durante meses, desde el rincón más insospechado del mundo, se ponía en marcha para .llegar a su Valle lo antes posible (en un viaje que hice a cocinar a Holanda me lo encontré en el aeropuerto de Ámsterdam. Al llegar a valle el trío se convertía en cuarteto y “mi” fonda, se convertía en la sede de sus andanzas gastronómicas, bonitos, chuletones, callos, chuletillas, huevos y “to” lo que les pusiese por delante, no hacían ascos y eran los más grandes devoradores que he conocido. No había catarro ni en comida ni en bebida, el Lucky se convertía en salón de cine, los lunes el partido del Racing, el cual alquilaba al módico precio de 2000 pesetas, años 1986 y los pasaba por uno de lo primeros vídeos que se estreno en el valle, por la noche películas de todo tipo, desde el caso Almería, recién estrenada hasta las versiones X, más escandalosas y allí después de cenar, pasaban a la barra y allí continuábamos con la fiesta. El Jonnhie Walker, etiqueta roja, volaba, los gin tonic de Gordons o Beefeater, eran los tragos más solicitados por el cuarteto, mezclado con la clientela fija, con sus consumiciones habituales, anís de la Asturina, ponche o 103, estos clientes eran: Sillo, Carrillo, Che el albañil, Minuco, el Chicu, Manolón, Miguel, Tirana… con sus farias, pegados en sus labios.
Desde que dejé el valle en el año 1986, siempre que he vuelto me pareció que todo seguía igual… la gente en el puente de Valle, solo con algunos cambios, los que quedan han cogido el sitio a los que se han ido, pero las costumbres siguen siendo las mismas, solo con la añoranza de haber perdido a amigos insustituibles. Muchas son las frases, los gestos y detalles que me he quedado para mi, algunas de ellas no estoy dispuesto a soltar, al más puro estilo de Manuel Llano, como si yo fuese el mismísimo Sarruján de Carmona. Este recuerdo de años de vivencias, ha sido gracias en parte a gente como Paco el Sastre, que con sus dichos y sus gesto me han hecho más grande de lo que era, quien con su irreparable marcha nos deja un hueco grandísimo, pero en mi deja un poso importantísimo, quien con su jerga, su sarcasmo y sus geniales frases, entre la que destaca la que preside mi artículo desde hace décadas, hablando desde Rozalen,
“No venimos pa Estamos”, pero desgraciadamente, he perdido a un amigo y ahora el cuarteto se ha quedado en Trío.

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