NO VENIMOS PA ESTAMOS

Allá por los años 90, escribí unos artículos que hablaban del vino blanco, una especie de guía que se publicó en esta misma revista, la llamamos ¡Guía del blanqueo por Cabuérniga! .
Hoy varias décadas después me encuentro con el animo de volver a estar cerca de aquellas gentes que tan bien me acogieron en el valle y al contrario de muchos amigos que ya no están sigo vivo y voy a intentar hacer llegar desde mi visión de la vida y la cocina unos cuantos consejos para hacer la vida cotidiana un poco mas agradable si eso es posible, en estos tiempos prebélicos.
Como dice mi amigo Jaime “el…, de la carroceta”: cuanto mayor soy menos amigos me quedan, es decir mas me van dejando y por eso me encuentro mas sólo. No me acuerdo el orden cronológico del abandono y por desgracia (ellos no me lo pueden confirmar): Pablo, de Terán; Juanín, el de Valle; José Mª de Cos, el Alcalde, de Selores; otro José Mª, el Taxista, de Sopeña; Manolón, de Sopeña; Chucho, del bar La Encina de Valle; Lorenzo, juez de Paz, de Valle; Manolín, de Barcenillas; El Chato, de Sopeña; Tirana, de Valle y el último Toñín, el del hotel, de Renedo. Habrá mas pero en estos nombres quiero que cojan todos ellos.
Ha sido mucho tiempo pero cada vez que tengo ocasión y subo por el valle me quedo perplejo porque todo sigue igual, las costumbres, los baretos, bueno hay alguno mas y alguno mas reformados, pero casi todo sigue igual que en aquel año 1981, año del intento de golpe de estado de Tejero y sus colegas, que llegue a Valle a trabajar y hacerme uno mas, “me costó lo mío”, pero al final una de las mejores experiencias personales y profesionales de mi vida. Aquí me hice un hombre “Ruralita”,
condición que sigo manteniendo hoy en día, era una maravilla el vivir en un entorno tan natural, rodeado de verde y mas verde.
De lo que mejor me acuerdo es de las paredes de piedra que me encontraba en la recta de Barcenillas, que con el tiempo con el arreglo de la carretera, Rolan la llamo “Paredes Potenquin”, creo que por su fragilidad.
Las gentes que iban entrando en el negocio eran de lo mas variopinto, el día antes a la apertura del negocio se presentaron dos personas, habían visto luz y como hacía mucho tiempo que el local estaba cerrado hacía tiempo le pico el gusanillo de conocer quien o quienes había sido los atrevidos que habían alquilado el local a Benito, un ex guardia afincado en valle, que era y es el propietario del negocio que había inaugurado años atrás su suegro, apodado Lucky, de aquí el nombre del local.
Los dos primeros clientes, bueno visitantes fueron: Nacho y el Capi; por cierto durante los 4 años que regente el local en la estantería encima de las botellas de brandi había un pequeño marco con un billete de 200 pesetas que me dio Nacho, para darme suerte y de verdad que la tuve.
Os deleitaré con recetas de cocina que hacemos hoy y de siempre, utilizando los productos de temporada y en algunos casos con ingredientes naturales que podemos encontrar en cualquiera de nuestros prados o montes.
Aquí va la primera será:
Quiche de queso del cura con berros de Selores

Ingredientes: 1 manojo de berros, 3 huevos, 3 decilitros de nata líquida, 300 gramos de queso del cura, 3 pasadas de nuez moscada, 300 gramos de nuez moscada.

Elaboración:
Pasta quebrada: mezclar 300 gramos de harina, sal 1-2 huevos y 100 gramos de mantequilla a punto de pomada, dejar reposar media hora y utilizar.

1. Cocer los berros un momento en abundante agua hirviendo con sal, picar toscamente.
2. Extender la pasta quebrada en un molde desmontable, cocer en blanco, con unas legumbres 8 minutos.
3. Con la ayuda de un cortapastas separamos 3-4 círculos de queso, reservamos.
4. En un recipiente ponemos: huevos, nata, nuez moscada, sal y pimienta, trituramos y le añadimos el queso que nos sobró rallado y los berros picados.
5. Lo vertemos sobre la pasta quebrada, colocamos los círculos de queso repartidos en la base y metemos al horno a 160ºC, hasta que esté cuajada.
Se sirve fría o caliente.

Desde Rozalén: el Gastronómada


Cantárida 2003