VER, OIR Y OLER, TODO ES PROPONER


NO VENIMOS PA ESTAMOS

Ya terminada la primavera, nos quedan los aromas y las fragancias de nuestros bosques, ha empezado el verano, la estación pasada nos ha dejado paso a una diversidad de aromas de lo más exquisito, tenemos a nuestro alcance los mejores colores, las mejores vistas y unos matices difíciles de volver a encontrar en otra época del año.

El otro día me acerque a visitar a mi caricaturista (Moreno) en su casa de la castañera de Terán, era el día de inicio del verano y me vinieron unos aromas de infancia, emitidos por los castaños, difícil de contar, están ahora con esas varas de floración, tipo terciopelo que de pequeños trenzábamos y en este momento tienen un olor indescriptible, quien quiera que pruebe y aparte de disfrutar con la propia castañera y su variedad de árboles y de castaños de diversas formas que se acerque aunque solo sea a oler y luego lo cuente que es para no quedárselo, como dirían los partidos políticos, “pásalo”, o luego vas y lo cascas.

Si has realizado alguna ruta de las recomendadas por mi vecino de página, habrás visto, oído y olido una variedad de paisajes, cantos de pájaros, ramas al viento y aromas que será difícil de descifrar. En nuestra región tenemos mucho, pero que mucho que oler en hierbas aromáticas, las cuales localizamos a diferentes alturas en las cuales estemos acostumbrados a movernos, me explico, veremos paisajes que serán irrepetibles, dependiendo el día que los veamos, la hora e incluso la climatología, los colores son algo que tenemos en Cantabria en cualquier lugar, oiremos los sonidos que no nos imaginamos que existen, si os gusta la espeleología os recomiendo una excursión a Coventosa, o al Infierno en la Hermida, oiréis los ruidos mas mosqueantes de agua en una cueva. Si lo que queréis es oír el silencio, El Soplao es mi rincón preferido, con su techo de estalactitas excéntricas de un blanco impoluto, que espero después del habilitamiento realizado por la consejería de turismo se conserven los mismos signos de paz que en ella habitaban.
Que gozada son los ruidos de nuestros valles, los emitidos por nuestros ríos bajando de las montañas, atravesando los bosques, cañones (probar un día a hacer un descenso de cañones y escuchar lo que se mueve alrededor) e incluso el apacible ruido del río desplazándose por las mieses y un ruido que quizá no distingamos es el que hace cuando se une a otro, por ejemplo: el Saja y el Besaya, cuando se unen a la altura de Torres; el Pas y el Pisueña hacen lo propio en Vargas, me he sentado a oírlo y solo e oído el silencio.
Los ruidos de los grillos, los grajos, el carabo, las ranas, las gaviotas, hasta los cuervos emiten unos ruidos que entusiasman, si se escuchan en cabaña Verónica, después de deleitarse cocinando y comiendo con Mariano,(cuanto lo añoro) el guarda y los colegas de montañas, eso sí, tomando un orujo de la abajo divisada Liébana.
Y nos queda el olor, volviendo a los aromas si estamos en la parte baja de la región, cerca de la costa el hinojo es la hierba mas encontrada, si os gusta ir a Covachos en la subida de Sancibrian, derecha e izquierda esta plagado de hinojo, en esta época un poco espigado, en uno o dos meses esta hierba estará con semillas que también tienen su utilización en cocina, en verde lo utilizamos para hacer muselinas o mahonesas, también tenemos capuchinas que hacen de las ensaladas unas obras de arte y de aromas, vamos subiendo y el tomillo es el rey, aunque también el orégano, en menos cantidad lo podemos encontrar a la orilla de los caminos.

Cantárida año 2003

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